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Por Arturo Taracena Arriola
(Arturo Taracena Arriola es
guatemalteco y recibió el grado de doctor en historia en la Ecole des Hautes
Etudes en Sciences Sociales de París)
Junio de 1988
Indudablemente, como en el rosto de la
América Latina, en Guatemala debieron de existir grupos o asociaciones de
inspiración anarquista desde final del siglo XIX. Máxime si se toma en cuenta
la proximidad geográfica con México donde estas proliferaron y la existencia de
una emigración alemana de gran magnitud a partir del último cuarto del siglo
pasado. Sin embargo, poco o nada se conoce hasta el momento de dicho fenómeno
político. Una realidad determina semejante vacío histórico: la carencia de
investigaciones sobre la historia guatemalteca entre 1885 y 1914. A esto podría
agregarse, a guisa de justificación, la ausencia de toda forma de expresión
pública de las ideologías socializantes durante la larga dictadura de Estrada
Cabrera (1898 1920), lo que dificulta la precisión de los antecedentes del
anarquismo guatemalteco.
El 15 de marzo de 1902, al igual que
otros dieciséis países latinoamericanos, Guatemala había firmado el Tratado
de Extradición y Protección contra el Anarquismo. Este establecía que
"la extradición de toda persona culpable de actividades anarquistas
puede ser pedida a condición de que la legislación de los Estados concernidos
prevea penas que sancionen dichas actividades". En este caso, la
extradición era prevista, aun si las penas infligidas eran inferiores a dos
años de prisión.[1]
El movimiento sindical surgió en
Guatemala a principios de la década de 1920 y su acción reivindicativa se orientó
desde el inicio hacia la lucha por obtener una participación en las ganancias
de las empresas —a través del mejoramiento de los salarios y de las
prestaciones sociales— y ganar el derecho a organizarse en sindicatos o
mutualidades reconocidas legalmente. Esto fue lo que caracterizó
fundamentalmente a los conflictos laborales que se sucedieron entre 1920 y
1932, luego del triunfo de la insurrección unionista contra la dictadura de
Estrada Cabrera, en abril de 1920.
La unidad alcanzada por los
trabajadores urbanos en torno a la Liga Obrera durante los seis meses que
precedieron la caída del "estradacabrerismo” se deterioró rápidamente a
partir del comienzo del gobierno unionista. La Liga Obrera había sido la unión
coyuntural de una serie de organizaciones mutualistas frente a la dictadura en
un momento en que el sector conservador de la oligarquía —así como una parte
del sector liberal de la misma— se decidió a ponerle fin a veintidós años de
poder personalizado. Es así que, con el acuerdo logrado entre conservadores y
liberales, encarnado en la persona del azucarero Carlos Herrera Luna, las
organizaciones obreras se vieron atraídas por la lucha en la correlación de
fuerzas al interior de la oligarquía guatemalteca.
Una vez pasado el período de la
dinámica revolucionaria, imprimida por la insurrección antidictatorial, el
gobierno unionista restringió el derecho a manifestar de los obreros y frenó el
proceso de legalización del sinnúmero de mutualidades y sindicatos que
surgieron en ese momento. La ola de descontento entre las organizaciones
obreras se tradujo, en cierto número de ellas, en una radicalización. De esa
forma surgió la Unión Obrera Socialista (UOS), que parece haber sido
fundada el 1° de mayo de 1921.[2] Según Antonio Obando
Sánchez, ésta agrupaba a obreros, artesanos y miembros de la pequeña burguesía,
que durante los fines de semana se reunían en el local de algún cinematógrafo
para discutir los problemas de la clase trabajadora.[3]
A raíz del golpe de Estado encabezado
por los generales José María Orellana, José Lima y Miguel Larrave en contra del
presidente Herrera Luna, el 5 de diciembre de 1921, la UOS fue perseguida al
amparo del estado de sitio implantado. En un intercambio de cartas con el Partido
Comunista de México (PCM), que fueron publicadas en la International
Press Correspondence, el 9 de julio de 1922, la UOS denunció la
persecución y el asesinato de sus miembros por parte del gobierno de facto[4]. Cuatro meses más
tarde, Alfred Stirner (seudónimo del suizo Edgar Woog, quien había participado
como delegado del PCM en el IV Congreso de la Internacional Comunista,
resultando electo miembro de su comité ejecutivo) publicó un artículo sobre el
movimiento obrero guatemalteco. En él señalaba que el único grupo
revolucionario de este país que mantenía relaciones con la Internacional
Comunista (IC) era la UOS, reducida a una escasa actividad clandestina. Su
tentativa por editar un periódico había sido obstaculizada desde el tiempo de
Herrera Luna, cuando la policía le había confiscado la imprenta y arrestado a
dos de sus militantes. La UOS tenía 90 miembros en la capital y estaba
implantada, según Woog, en las "regiones mineras de Guatemala”.[5] Se puede pensar que
se refería a Zacapa, donde hay mármol, oro y otros minerales.
Del texto de Woog se desprende que la
mayoría de los integrantes de la UOS eran de orientación anarquista. Cuando el
PCM o la IC (posiblemente por su medio) propusieron a la organización obrera
guatemalteca "formar, a pesar de los obstáculos, un partido legal, aun
bajo consignas de orientación social-demócrata", surgió una violenta
disputa con los anarquistas. Para el comunista suizo quedaba claro que era
necesaria una propaganda metódica con la UOS, con el fin de hacerle comprender,
"particularmente a los syndikalisten, el carácter atrasado y
pequeño-burgués de su programa".
Sin embargo, la UOS habría de
desaparecer poco tiempo después. Un sector fundó el Partido Comunista de
Guatemala, luego que una delegación de la UOS se trasladó a México, en abril de
1923, para pedirle al PCM que "los educara sobre las tareas principales
para formar el partido comunista".[6] Por su parte, el
sector integrado por el elemento anarquista parece haberse diluido en las
organizaciones sindicales y mutualistas existentes. En la prensa guatemalteca
se podía leer lo siguiente:
En otras épocas hemos visto asociarse a
los obreros de la capital, con tendencias buenas al principio, las que han ido
desapareciendo a medida que han dado cabida en sus filas a elementos
anárquicos, incorporados con fines políticos preconcebidos.... Contamos esto
para que las clases directrices del obrerismo en esta época en que tiende a convertirse
en una gran confederación, eviten por instinto de conservación la introducción
colectiva de las agrupaciones que la forman en asuntos políticos.[7]
El editorialista hacía alusión a la Federación
Obrera de Guatemala (FOG), fundada en 1918 y parte integrante de la Confederación
Obrera de Centro América (COCA), que aglutinaba a la mayoría de las
centrales mutualistas y a algunos de los sindicatos del país. La acumulación de
fuerzas durante las años 1924-1925, marcadas por la primera celebración oficial
del 1° de mayo, y la agitación obrera en torno a las reivindicaciones de los
panificadores y carpinteros de las principales ciudades, permitieron a los
comunistas y anarquistas guatemaltecos poner en pie la Federación Regional
Obrera de Guatemala (FROG). Lo que pretendían era contrarrestar la
influencia de la FOG como central oficial, en el plano interno y a nivel del
istmo. La FROG reagrupó rápidamente 11 sindicatos, contando con 2,000
afiliados, según las cifras que se disponen hasta ahora[8].
EL PAPEL ORGANIZATIVO DEL ARGENTINO
JULIO DIAZ
Tal era la situación del movimiento
obrero guatemalteco cuando llegó a Guatemala, a finales de septiembre de 1925,
el dirigente de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), antes
mencionado. Del 21 al 27 de marzo de ese año, Díaz había participado en
Ámsterdam, como delegado de la FORA al II Congreso de la Asociación
Internacional de los Trabajadores (AIT). En el informe oficial del congreso
resalta que la participación de éste estuvo centrada en el rechazo a la
política de diálogo entre la AIT y la III Internacional y en una distancia
frente a la Industrial Workers of the World, fuertemente impregnada del
colectivismo norteamericano. Asimismo, pensaba que la fuerza de la propaganda y
de la acción internacional del anarquismo no estaba en las instancias
directivas de la AIT, sino "en los obreros organizados y en las
organizaciones de los diversos países".[9]
Esa visión del trabajo organizativo y
de las posiciones anarquistas frente a los otros movimientos proletarios
internacionales motivaron a Díaz a realizar, una vez terminado el congreso de
Ámsterdam, una gira por la mayor parte de los países latinoamericanos. El 17 de
mayo se le encuentra en México, donde había desembarcado tres días antes.
Inmediatamente entró en contacto con la Confederación General de
Trabajadores (CGT), la que dio inicio a los preparativos para su
desplazamiento por Centroamérica. De esa forma, la CGT envió por los países
centroamericanos y Panamá, a mediados de julio de ese mismo año, a un militante
de apellido Ríos para que preparase los contactos. Este envió las direcciones
de Antonio Méndez Paz, en la ciudad de Guatemala, y de Virgilio Alvarado
Chacón, en San Salvador, las cuales fueron remitidas a Diego Abad de Santillán,
directivo de la AIT en Ámsterdam.[10]
Con la capacidad organizativa que lo
caracterizaba, Díaz escribió a Santillán el 14 de septiembre, ya en el sur de
México:
La gira mía no creo que tenga otro
objetivo que hacer conocer a los trabajadores la labor internacional y las
formas en que deben orientarse en sus luchas contra el capitalismo y el Estado.
Por esta causa mis esperanzas están en la Argentina y México, pero éste último
carece de compañeros como para una labor en la forma que nosotros la deseamos,
ya que los que aquí existen, no alcanzan para dar a basto a las múltiples
actividades que hay que realizar en casa. Sin embargo, a medida que sea
posible, algunos compañeros irán siendo destacados por los países más cercanos,
como Guatemala, El Salvador y otros más en donde hay algunas organizaciones,
pero que están influenciados por el Gomperismo (Pan American Federation
of Labor), pero que no obstante ya se está en relaciones con ellas y existen compañeros
que manifiestan bastante entusiasmo por nuestras ideas y organizaciones obreras.[11]
De finales de septiembre hasta finales
de ese año, Díaz residió en Guatemala y El Salvador, donde sus contactos
aceptaron concurrir a Panamá para participar en una conferencia anarquista a
nivel continental. Estando en México, el sindicalista argentino había recibido
noticias sobre el proyecto de creación de una "continental" de
sindicatos anarquistas patrocinada por la AIT. Sin ser favorable, Díaz propuso
una reunión previa en la capital panameña para el mes de noviembre de 1925, en
la que se debía de fijar la fecha del congreso constitutivo a nombre de la CGT
mexicana y la FORA. Sin embargo, esa primera reunión nunca se llevó a cabo,
pues los representantes de Perú, Chile, Uruguay, Argentina y México fueron
aprendidos en la ciudad de Balboa por las autoridades panameñas.[12] Por otra parte, en
el diario La Protesta de Buenos Aires del 23 de enero de 1926
apareció una nota en la que se señalaba que desde Centroamérica se habían
recibido cartas de compañeros anarquistas que pedían ejemplares del órgano de
la FORA, según lo había recomendado Díaz.
En marzo de 1926, Díaz se encontraba en
San José de Costa Rica. El diario La Prensa del 27 de ese mes
publicó una reseña de la charla dada por el delegado de la FORA ante el
Sindicato de Obreros Panaderos, en la que atacó duramente a la Pan American
Federation of Labor, a la cual acusaba de haber sido "creada por el
imperialismo para mejor dominar a Latinoamérica". Asimismo, dejó fundado
el Comité de Acción Social Obrera bajo la dirección de la costurera Luisa Sojo.[13]
En ese preciso momento, toda la labor
organizativa y propagandística que venía realizando Díaz estuvo a punto de ser
echada por la borda a raíz de un artículo aparecido en la publicación Solidarity
de Chicago, en la cual se señalaba la falta de mandato por parte de la AIT en
el trabajo que éste realizaba. El líder de la CGT mexicana, José Valadés, fue
consultado desde Guatemala y El Salvador sobre tal noticia, y el guatemalteco
Méndez Paz escribió directamente a Santillán en Ámsterdam, pidiéndole
explicaciones, a pesar de que Valadés había enviado una aclaración justificando
a Díaz y elogiando su labor por tierras centroamericanas. El trasfondo de todo
el problema eran las divisiones existentes en el seno del secretariado de la
AIT.
Al tener conocimiento de las
acusaciones que desde Chicago se le hacían, en una carta dirigida a Santillán
con fecha 30 de marzo de 1926, Díaz señalaba que el origen de aquéllas había
que buscarlo en su oposición a un acercamiento a la organización Industrials
Worker of the World. Para él, los miembros de la IWW se habían acercado a
la Internacional Comunista y prueba de ello había sido su escisión en 1924.
Asimismo, puntualizaba: "no deja de ser curioso que los compañeros
europeos que en Europa no quieren mezclarse con los políticos de la escuela de Moscú...
llegan a América y no pueden prescindir de su contacto".[14]
Este incidente era la consecuencia
lógica de la disputa suscitada en el seno del secretariado de la AIT entre
Santillán-Díaz y Carbó-Rocker-Schapiro con respecto a la crisis que comenzaba a
sufrir el movimiento anarquista frente al auge alcanzado por el movimiento
comunista luego de la revolución bolchevique de 1917. Sin embargo, el eje del
comportamiento de Díaz radicaba en la importancia que tenía la FORA dentro del
movimiento anarquista mundial, especialmente en la América Latina. Por su
parte, Santillán le respondió al inquieto guatemalteco defendiendo la
honestidad de Díaz y explicando con claridad el objetivo de su gira
continental:
Lo que importa es que los trabajadores
de Guatemala despierten a la vida internacional del trabajo organizado, al
margen de todos los partidos políticos y de los prejuicios de fronteras. Esta
Internacional tiene ya centrales obreras en México, Brasil, Chile, Uruguay y
Argentina y en breve se adherirán otros países del continente; donde no existen
centrales sindicales adheridas, contamos con sindicatos o grupos afines que
trabajan por la organización del proletariado para la lucha contra el
capitalismo y el Estado. Guatemala es una de las pocas regiones en donde hasta
ahora no contamos con ninguna relación. Y sería tiempo de comprender que frente
al mundo de la reacción debemos oponer el polo de la libertad y del trabajo.[15]
El trabajo de Díaz en Centroamérica dio
frutos rápidamente, sobre todo en Costa Rica, donde el Comité de Acción
Social Obrera alcanzó a movilizar los restos de lo que había sido la
primera influencia anarquista en el movimiento obrero costarricense a través de
la CGT, fundada en 1913 y disuelta en 1923. En El Salvador a raíz del
enfrentamiento con los comunistas dentro de la Federación Regional de
Trabajadores Salvadoreños durante el período 1925-1929 sólo hasta 1930 los
anarquistas lograron constituir el Centro Sindical Libertario, bajo la
dirección de Enrique Conde, mientras que en Guatemala su organización comenzó
desde inicios del año 1920.
EL GRUPO "NUEVA SENDA"
El clima social en Guatemala durante el
año 1925 se había caracterizarlo por la multiplicación de las huelgas y
protestas obreras. Mil quinientos panaderos de los departamentos de Guatemala,
Escuintla y Sacatepéquez, dirigidos por el líder comunista Antonio Cumes,
reclamaban mejores salarios, jornada de ocho horas y trabajo nocturno con doble
salario. La huelga, que se inició a finales de ese año se prolongó durante los
meses de enero y febrero de 1926, debido a la negativa de cinco propietarios de
pagar a un precio más alto las horas nocturnas, esenciales en la panificación.
Estos se dirigieron a la dirección de policía para denunciar a los que
componían el comité ejecutivo de la huelga, quienes en su mayoría fueron
encarcelados en la penitenciaria central. Asimismo, la policía orellanista
dictó expulsión para los estudiantes peruanos Esteban Pavlevitch y Nicolás
Terreros y para el líder comunista cubano Julio Antonio Mella, quienes se
encontraban en ese momento en Guatemala. Terrenos y Mella acababan de fundar
una sección de la Liga Anti-imperialista en la capital.
Ante semejante reacción, el Sindicato
General de Panificadores acordó el paro general de las panaderías. Varios
miembros del Sindicato de Carpinteros estuvieron presentes en la sesión en la
que se acordó lo anterior, lo que provocó la inmediata detención de los
carpinteros Narciso Grajeda y Gerardo Rivas. Además, como había sido acordada
una manifestación de protesta para el domingo 7 de febrero, la policía se
apresuró a detener a Cumes, junto a Julio Alberto del Piñal y Ricardo Avelarde,
con lo que dio el golpe definitivo a prolongada huelga de los panaderos
guatemaltecos.[16]
Testigo y denunciante de esa ola de
represión fue el talabartero Manuel Bautista Grajeda, quien escribió una
narración de lo sucedido al periódico anarquista de Nueva York, Cultura
Obrera. Este la publicó el 6 de mayo de 1926 bajo el titulo "El terror
blanco en Guatemala". Bautista Grajeda, quien seguramente fue uno de los
compañeros guatemaltecos con los que entró en relación Julio Díaz y quien ese
año se convirtió en el líder del anarquismo guatemalteco, había nacido en 1899,
y en febrero de 1920 se había adherido al Partido Unionista para
participar en la lucha anti-estradacabrerista.
En octubre de 1926, él y un reducido
número de obreros y artesanos fundaron el grupo Nueva Senda, "inspirados
en los nobles principios de las doctrinas anarquistas". Ellos mismos
describen las condiciones en las cuales se dio la fundación:
Como el ambiente en que nos movemos no
nos permite accionar con la libertad deseada, ya por la tirantez autoritaria
que sobre el pueblo ejerce el tiranuelo de esta región, por medio de un aborto
político llamado "estado de sitio", como por la carencia de
conocimientos que de las ideas anarquistas se tienen en este lugar, no ha sido
posible atraernos más elementos, pues para ello necesitamos de una fuerte
propaganda como lo es el folleto y el periódico.
En tal concepto, agrupados únicamente
cuatro convencidos, encarecidamente rogamos a ustedes nos envíen cuanta prensa
de nuestro credo tengan a su alcance, y por de pronto sin compromiso alguno,
que más tarde ya tendremos ocasión de aumentar el número de compañeros, para
poder recolectar fondos y así corresponder al sostenimiento de nuestros
ideales.
Al participar a ustedes la fundación de
nuestro grupo, que es el primero que surge en estas latitudes, nos es grato
ponernos a sus órdenes, abrigando la esperanza de coadyuvar con todo el
movimiento anárquico del mundo, a la consecución de tan elevada idealidad.
A pesar de lo minúsculo del primer
núcleo de anarquistas, éstos parecían estar bien conectados con las
organizaciones correspondientes del área del Caribe y de Norteamérica, pues,
con fecha 26 de octubre de ese año 1926, el grupo Nueva Senda se
solidarizaba con los militantes anarquistas cubanos, reprimidos por la
dictadura machadista, en una protesta publicada en Cultura Obrera el día
20 de noviembre. En su protesta pedían el reaparecimiento de los periódicos El
Libertario y Tierra.
Por otra parte, en Cultura Obrera
apareció un extenso artículo, publicado en dos partes, bajo el título "El
campesino guatemalteco". El autor, que se firmaba B. C. Rubins (sin duda
un seudónimo), era extranjero. Desde Coatepeque, Quezaltenango, describió las
condiciones de trabajo de los colonos indígenas de las fincas de la bocacosta.
Aquí, —apuntaba— en vez de plantar una
escuela en cada finca se le pone una cantina... para que el trabajador acabe de
embrutecerse con la bebida, lo que también es otra clase de explotación de su
salario. Si al emborracharse escandaliza, se le envía con un Mayor (capataz con
carácter de autoridad) a la cárcel de la finca o al municipio inmediato para
que se le castigue. El alcalde a la mañana siguiente le aplica una multa de 300
a 400 pesos, según el caso....
El campesino, el indio, está atado a
una esclavitud: la deuda que contrae con la finca, obligado por la miseria. El
patrón para asegurarse le da una libreta, en la que consta más o menos, que
debe desquitar con su trabajo personal, y se entiende también con el de su
mujer e hijos, lo que le debe y que no puede por tanto separarse de la finca
sin su orden....
Si llega a "fugarse" se
recurre luego al alcalde, quien ordena a un Regidor para que lo vaya a coger
como a un perro a la finca o población donde se encuentre, obligándosele a que
trabaje, sino quiere que se le azote o se le lleve a la cárcel. Todo esto le da
temor y por eso jamás trata de abandonar la finca....[18]
Más adelante, el observador anarquista
(que bien pudo haber sido el propio Julio Díaz), describía la situación de los
indígenas de la cabecera municipal de Cajolá, departamento de Quezaltenango,
especialmente en cuanto se refería a la "zarabanda' organizada anualmente
por los propietarios de las fincas. Esta servía para facilitar el
"enganche" de los mozos, avanzándoles sumas de 300 y hasta 500 pesos,
que se esfumaban durante la misma velada. Al día siguiente, los administradores
y las autoridades locales hacían las cuentas de la deuda en días trabajo que
debía cada mozo.
La búsqueda de un contacto organizativo
con el campesinado era fundamentalmente una preocupación de los anarquistas
mexicanos. Desde enero de 1924, su líder, José Valadés, escribía a Santillán
que el anarquismo debía buscar nuevas formas de organización y que, en el caso
mexicano, "se buscaba más la revolución que los sindicatos", y a eso
era a lo que aspiraban "intuitivamente los trabajadores del campo".[19] A mediados de julio
de 1926, durante su quinto congreso regional, la CGT mexicana hizo una nueva
demanda de reforma agraria y anunció la creación de comités especiales para la
organización de los campesinos. Asimismo, se comprometía a "realizar la
unión del movimiento obrero y campesino de finalidad comunista anárquica".[20] Todo parece indicar
que en Guatemala los sindicalistas anarquistas fueron los primeros en trabajar
organizativamente con los obreros agrícolas de las plantaciones de caña de la
costa sur y, sobre todo, en exponer la potencialidad revolucionaria de las
masas indígenas, como se verá más adelante.
EL COMITE PRO ACCION SINDICAL
El cuadro sindical del país se vio
ampliado con el surgimiento a inicios de 1928 del Comité Pro Acción Sindical
(CPAS), de orientación anarquista. Este nació de la actividad realizada por
el mencionado grupo Nueva Senda a lo largo de los años 1926-1927 y vino
a captarle adeptos a la FROG, para entonces dominada ya por los comunistas. Por
Obando Sánchez se sabe que ésta perdió ocho de sus catorce sindicatos, los que
pasaron a integrar la central anarcosindicalista. Uno de esos sindicatos
tránsfugos parece que fue el Sindicato de Trabajadores del Calzado, en
cuyo comité ejecutivo salió vencedora la corriente anarquista.[21]
El 8 de enero de 1928 apareció a la luz
el primer número del quincenario Orientación Sindical, órgano del CPAS,
que aglutinaba en aquellos sus inicios a sastres, albañiles, carpinteros y
ebanistas. Por el testimonio de Obando Sánchez se sabe también que la consigna
de apoliticismo de los anarcosindicalistas hizo mella entre las filas de los
obreros y artesanos. La táctica usada por los miembros del CPAS fue la de
acusar a la FOG y a la FROG de compromiso con el gobierno del general Lázaro
Chacón quien había sido electo en diciembre de 1926 por sus relaciones con el
Departamento Nacional del Trabajo, al mismo tiempo que denunciaba la ineficacia
de la COCA, para ese entonces moribunda. Por su parte, los comunistas
contratacaban señalando que "todo aquél que bajo pretexto de
'anarquismo' no admite nuestro objetivo de la Dictadura del Proletariado, no es
revolucionario sino pequeño burgués".[22]
La celebración del Día del Trabajo fue
una de las expresiones del conflicto que comenzaba a agudizarse entre las
corrientes sindicales del país. Al desfile del 1° de mayo de 1928 concurrieron
más de cuatro mil trabajadores —según los organizadores. Las tres centrales
obreras repartieron manifiestos con ataques mutuos. Al año siguiente, la
manifestación dio como resultado una contienda entre comunistas y anarquistas
que finalizó con el encarcelamiento de 70 trabajadores. En ese momento
histórico entraba en juego en Centroamérica una de las tesis del VI Congreso de
la Internacional Comunista: la táctica de "clase contra clase".[23]
En lo que concierne a la concepción del
trabajo organizativo, el OPAS consideraba que el sindicato representaba el
típico mecanismo de defensa de los trabajadores contra la explotación
capitalista. Además, daba una cierta importancia al problema del desempleo, que
comenzaba a dejarse sentir en el país a causa de los primeros efectos de la
crisis económica mundial. En un artículo intitulado "Sindicalismo",
aparecido el 15 de julio de 1928 en Orientación Sindical, sugería que
los sindicatos y las federaciones de las diferentes ramas productivas debían de
promover la formación política de los obreros sin empleo.
Un nuevo elemento en el trabajo
organizativo realizado por los anarcosindicalistas fue la penetración en las
plantaciones azucareras de la costa sur. En el transcurso de ese año, dos
delegados de la capital se desplazaron a Escuintla para dar una conferencia
sobre el tema “El sindicalismo libertario", que tuvo lugar en la sede del
Sindicato de Oficios Varios, presidido por L. Salguero. Poco después, una
delegación sindical costeña fue enviada a la capital con el propósito de
protestar contra los malos tratos sufridos por los trabajadores del Ingenio
Concepción, en Retalhuleu. Los trabajadores laboraban diez horas al día, a
partir de las seis de la mañana, y sus horas suplementarias no les eran
retribuidas en forma doble, como la ley lo disponía. Al poco tiempo, fue
fundado el Sindicato Autónomo de Retalhuleu y éste denunciaba que "la
ley de ocho horas no se cumple en los establecimientos agrícolas industriales,
los salarios son bajos y es por nuestra indiferencia y desunión".
Asimismo, los capataces despedían sin el previo aviso de quince días, como lo
señalaba la ley. Estos eran ayudados por el alcalde en el desahucio, lo que
significaba la calle. En Escuintla, otro departamento productor de azúcar, fue
creado el sindicato de trabajadores de la finca "Velázquez".[24] Las reivindicaciones
económicas fijadas por el CPAS portaban sobre un incremento del 25 por ciento
en el salario de los trabajadores agrícolas y urbanos. Exigía, desacuerdo a la
consigna internacional de la AIT, un horario de seis horas de trabajo al día.
Como la vida política de Guatemala
durante los años 1927-1928 se vio marcada repentinamente por el conflicto
fronterizo con Honduras, que casi degeneró en una guerra por causa de la
disputa territorial que se libraban los enclaves bananeros de la United
Fruit Company y de la Cuyamel Fruit Company, los obreros de ambos
países se vieron concernidos. En las páginas de Orientación Sindical el
CPAS puso énfasis, a lo largo de todo el año 1928, en el pacifismo, que los
anarquistas consideraban corno un principio del movimiento obrero: "frente
a la guerra, la unión del proletariado".[25]
Sin embargo, no todo marchaba sobre
ruedas para el incipiente movimiento obrero guatemalteco. Mientras el Partido
Comunista de Guatemala (PCG) y la FROG se veían obligados a desarrollar un
trabajo organizativo de afianzamiento de los sindicatos bajo su influencia
luego del aparecimiento del CPAS, una vez más, el Sindicato de Panificadores
se puso a la cabeza de las reivindicaciones obreras por incumplimiento de los
acuerdos de 1925. El primer año de gobierno del general Chacón se había
caracterizado por una cierta tolerancia política —inhabitual en Guatemala hasta
ese momento— pero, en materia de trabajo, las reformas hechas a la Constitución
no se tradujeron en la adopción de disposiciones laborales concretas, salvo en
la dependencia cada vez mayor de la FOG hacia el gobierno cuando le fue
reconocido el derecho de beneficiarse de una representación en el Departamento
Nacional del Trabajo. La respuesta gubernamental a la huelga de los
panificadores adquirió el carácter de una provocación. El estallido de una
bomba en una panadería de la capital hizo que la prensa tradicional acusara al
sindicato de terrorista. La tónica de la respuesta de los sindicatos de
izquierda a semejantes acusaciones la daba un artículo aparecido en Orientación
Sindical, en el que se preguntaba "que razón tiene la prensa
burguesa para atacar a las nuevas tendencias socialista, anarquista y
bolchevique, puesto que jamás han llamado a la utilización de las bombas para
resolver sus luchas sindicales". Empero, la política de represión
contra el Sindicato de Panificadores prosiguió, llegando hasta el
arresto de sus dos principales dirigentes, Fridolino Barrientos y José León
Martínez, en mayo de 1929.[26]
Ahora bien, el problema fundamental de
todos los sindicatos era su marginalidad con respecto a la población
económicamente activa en el país. En un artículo aparecido en La
Correspondence Internationale en 1929, se apuntaba que de los 180,000
trabajadores con que contaba el país, 12,000 estaban sindicalizados de la forma
siguiente: (1) la FROG, con 13 sindicatos y 2,200 miembros, afiliada a la
Internacional Sindical Roja desde 1928; (2) la FOG (aunque el artículo no
da una cifra, deja ver que contaba con más de cinco mil miembros) estaba
adherida a la Federación Panamericana del Trabajo desde 1913; (3) la Sociedad
del Seguro de Vida del Obrero, con 2,950 miembros; y (4) el Comité Pro
Acción Sindical, con aproximadamente un millar de adherentes, miembro de la
Asociación Internacional de Trabajadores desde 1928.[27] Indudablemente, la
cifra de la población económicamente activa no correspondía a la realidad, que
a finales de la década de 1920 era mucho mayor. El censo de 1921 daba una
población económicamente activa de 200,000 personas, de acuerdo a las
correcciones de los expertos en demografía.
LA BUSQUEDA DE LA DIMENSION CONTINENTAL
Del 11 al 15 de mayo de 1929, en Buenos
Aires se llevó a cabo el congreso constitutivo de la Asociación Continental
Americana de Trabajadores, bajo el patrocinio de la CGT de México y la FORA
de Argentina. Los anarquistas latinoamericanos habían intentado realizar dos
congresos a nivel continental, uno en Panamá en 1925 y otro en la capital
argentina en mayo de 1927. El primero, como se ha visto, fracasó cuando los
delegados de la mayoría de los países fueron apresados en Balboa y el segundo
faltó del quórum necesario para la constitución de un organismo continental.
Después del fracaso de la segunda conferencia, con la constitución por el
Consejo Federal de la FORA de una Secretaría de Relaciones Internacionales, se
pudo preparar finalmente dicho congreso. Al mismo asistieron con representación
directa las siguientes organizaciones: Federación Obrera Regional de
Argentina, con tres delegados (Emilio López Arango, Suceso Fernández y
Serafín Fernández); el Centro Obrero Regional del Paraguay, con dos
delegados (Juan Deilla y Cutillo); la Federación Obrera Local de La Paz,
Bolivia, con un delegado (Miguel Rodríguez); la Confederación General de
Trabajadores de México, con un delegado (Enrique Rangel); la Federación
Obrera Regional del Uruguay, con un delegado (Pascual Minotti); el Comité
Pro Acción Sindical de Guatemala, con un delegado (Manuel Bautista Grajeda)
y la Federación Local de Río de Janeiro, además de otras cinco centrales
sindicales del Brasil, con un delegado (Joao Martins). Asimismo, por delegados
indirectos estuvieron representadas organizaciones de Bolivia, Perú, Costa Rica
y los EE.UU. La Asociación Internacional de Trabajadores estuvo
representada directamente por su secretario Agustín Souchy y la Comisión
Internacional Antimilitarista (con sede en Holanda), por Diego Abad de
Santillán.
Durante el congreso se consideraron los
postulados mundiales del anarquismo, tales como la abolición del Estado, la
supresión de los monopolios, el antimilitarismo y el federalismo como forma de
asociación. Se reafirmaron los métodos anarquistas tradicionales de lucha, así
como las consignas reivindicativas inmediatas: la jornada de seis horas, el
desconocimiento de las fronteras y el aumento de salarios. En lo que concierne
a las resoluciones tratadas sólo se retendrá la del campesinado, pues ésta
permite apreciar el papel del delegado guatemalteco. Bajo el título "El
problema campesino", la ACAT apuntaba sus siguientes ideas:
El congreso continental declara que el
campesino representa un elemento de primer orden dentro de las luchas hacia la
emancipación humana. Declara también que el hecho de que en América exista
enorme porcentaje de campesinos en el proletariado, fortalece la circunstancia
anterior. En consecuencia, exhorta a los organismos y a las individualidades a
reivindicar al campesinado del segundo término a que generalmente se le ha
relegado y a interesarlo en nuestras organizaciones. Manifiesta además, que es
eficaz considerar las distintas condiciones morales y materiales del
campesinado de cada país, para encajar la técnica orgánica dentro de estas
condiciones.[28]
De hecho, no se tomó ninguna resolución
sobre la cuestión y se decidió dejar su discusión para el próximo congreso.
Por su parte, Manuel Bautista Grajeda,
en el discurso de clausura, insistió en la cuestión del campesinado y sobre
todo en el aspecto indígena. Para él, luego de trazar la vida de miseria de los
indígenas de Centroamérica, su "instintiva rebeldía... les haría
inclinarse fácilmente por nuestras ideas si pudiéramos llegar hasta ellos y
explicarlas". Había que librar la batalla definitiva contra el régimen
social existente, pero antes había que ganar para el anarquismo adeptos donde
solamente se encontraban indiferentes. Las condiciones para ellos no eran tan
difíciles como pudiera suponerse, pues existía en "estado latente, un
espíritu de rebeldía ingénita" que la ACAT debía encausar.[29]
El dirigente de la FORA, Manuel Villar,
que durante el congreso fue elegido para integrar el secretariado de la ACAT y
quien fue uno de los principales redactores de la revista La Continental
Obrera, en 1932 retomó lo esencial de esa tesis y escribía en su folleto
Condiciones para la revolución en América:
... millones y millones de indígenas
llevan en la sangre la herencia de la solidaridad — producto de una vida
sencilla y de la práctica de la cooperación— y su adaptación al sistema de
explotación y de esclavitud. Son justamente esas tendencias las que hay que
desarrollar en claros ideales para que los pueblos del continente desplieguen
todas sus fuerzas al unísono, poniendo punto final a la esclavitud moderna.
Las ideas revolucionarias y
antiestatales, que prenden con tanta facilidad en el alma sencilla de estas
gentes, porque son las que interpretan mejor su posición moral frente a la vida
capitalista, han de adquirir rápido desarrollo si son expuestas por
propagandistas de las propias poblaciones nativas y en el propio idioma, la
mejor manera de llegar al fondo del sentimiento colectivo, traducido en una
fuerte aspiración a la tierra y a la vida independiente, aspiración siempre
perseguida, jamás lograda.[30]
La cuestión agraria comenzaba a tomar
importancia en Centroamérica, pues, en el mismo año de 1929, los comunistas del
continente abordaron la problemática del campesinado y la cuestión indígena
cuando se reunieron en Buenos Aires en el mes de junio, durante la Primera
Conferencia Comunista Latinoamericana. Sin embargo, en la práctica, los
esfuerzos realizados por los comunistas y anarquistas guatemaltecos fueron casi
inexistentes hasta donde las investigaciones actuales nos permiten conocer. Por
supuesto, no puede dejarse de contemplar el lapso tan corto en que el
movimiento obrero guatemalteco se movió, pues como se verá, a principios de
1932 fue desarticulado y suprimido.
LA CONFRONTACION
Aunque para los años de 1930 a 1931 no
haya información sobre las actividades del CPAS debido a la inexistencia de
trabajo de archivo al respecto, se puede afirmar que el mismo siguió una
trayectoria parecida a la del PCG; o sea, de creciente confrontación con el
poder. Primero, debido a los estragos causados por la crisis económica mundial,
que fundamentalmente afectó a los sectores urbanos medios y populares, y
segundo, por la crisis política creada por la muerte del presidente Lázaro
Chacón. Desde el 12 de septiembre de 1929, ya había éste suspendido las
garantías constitucionales como una medida destinada a frenar la agitación que
se iba extendiendo en todo el país. Empero, el 10 de diciembre de 1930 enfermó
de un ataque cerebral y el país cayó en un vacío de poder durante dos meses,
del cual se salió con la imposición en la presidencia del general Jorge Ubico.
Este, quien estaba apoyado por el embajador estadounidense Whitehouse, era el
hombre ideal para el Departamento de Estado de los EE.UU., tanto por su
proamericanismo como por su fama de buen administrador y de hombre fuerte. Como
candidato único, triunfó clamorosamente en las elecciones de febrero de 1931.
El movimiento obrero pronto se dio
cuenta que Ubico estaba dispuesto a destruirlo. Es más, que estaba dispuesto a
establecer un control policiaco como lo dejaba suponer la decisión gubernamental
de implantar la cédula de vecindad obligatoria. Bajo un clima de temor se
disolvió la última concentración del 1 de mayo que se celebró en el país
durante ese período. De las confrontaciones sociales que se conoce sobresalen
la huelga de los Cementos Novella y las denuncias de los conflictos laborales
en el Ingenio Pantaleón de Escuintle y en la Cervecería Centroamericana, en la
capital.
Ubico decidió actuar rápidamente, antes
de que la agitación tomara las proporciones del país vecino, El Salvador. A
finales del mes de diciembre de 1931 desencadenó una ola de arrestos contra el
PCG, la FROG y el CPAS. Esta tuvo un éxito fulgurante debido a la debilidad y
al trabajo disperso de las centrales obreros y del Partido Comunista.
Comunistas y anarquistas habían venido enfrentándose entre sí en los tres
últimos años y se encontraban marginados frente a las centrales obreras de
tendencia reformista, que pronto también serían golpeadas por el dictador. A
mediados de enero de 1932 la prensa guatemalteca comenzó a dar informaciones
sobre el desmantelamiento de un "complot comunista'' encabezado por el
PCG, que debía llevarse a cabo el 1° de enero de 1932 y del que Ubico sería la
primera víctima. Los sucesos de la insurrección campesina en El Salvador,
además de determinar el grado de interacción entre ambos movimientos, vinieron
a darle una razón de ser al despliegue de fuerzas que el gobierno utilizó en la
represión sindical. Esta comenzó en Quezaltenango y terminó en la capital,
donde los barrios populares fueron allanados. El 4 de enero fueron capturados
algunos de los principales dirigentes del PCG y de la FROG, tales como Julio
del Pinol, Juan Luis Chigüichón, Antonio Cumes y Miguel Ángel Vásquez.
Asimismo, cayó el principal dirigente del CPAS, Manuel Bautista Grajeda. Según
partes policiacos, el 30 de enero habían 170 detenidos y el 5 de febrero la
cifra era de 206. Obando Sánchez rinde una cifra de 400.[31]
Desde marzo de 1931 -escribía un
anarquista anónimo— fecha del golpe militar, mantiene [Ubico] un estado
permanente de represión difícil de describir. Su ensañamiento se ha dirigido
particularmente contra los que han luchado por organizar al proletariado....
A principios del presente año, con
motivo de una ley emitida por el dictador, que esclaviza y controla al
trabajador en grado vergonzoso, circuló una hoja de protesta incitando al
pueblo a desobedecerla. La represión se agudizó con tal causa, llegando a
extremo de terror, los hogares obreros eran asaltados en el silencio de la
noche; recrudecieron las detenciones y todos los sospechosos de profesar ideas
renovadoras eran sometidos al tormento....
Entre los encarcelados y torturados se
encontraron casi todos los miembros del Comité Pro Acción Sindical. A todos se
juzgó en audiencia de guerra, sin concederles siquiera el derecho de designar
defensores. Los procesos militares se iniciaron por "delito de rebelión e
insulto a la persona del presidente”.
La situación es desesperante, pues, los
que no hemos caído estamos expuestos a caer de un momento a otro en garras de
los verdugos. Apelamos a la solidaridad internacional. Que todo el mundo
conozca lo que pasa en Guatemala.[32]
El proceso de Bautista Grajeda da una
idea de la suerte judicial de los anarquistas durante el desmantelamiento del
movimiento obrero. A comienzos de febrero, el gobierno dio inicio al mismo y la
fiscalía militar, bajo la acusación de traición a la patria, pidió pena de
muerte para los principales dirigentes. Los abogados defensores de Bautista
Grajeda, César Izaguirre y Ernesto Andrade, basaron su alegato en la tesis de
que un anarquista no podía ser juzgado a partir de las acusaciones hechas a los
comunistas con el propósito de establecer en Guatemala "una república
soviética". En la sentencia del Consejo de Guerra, los jueces militares
consideraron que:
“si bien la confesión prestada por
el reo Manuel Bautista Grajeda, trae al ánimo judicial el convencimiento de su
peligrosidad, al sustentar doctrinas anarquistas, lo que constituye una amenaza
para la paz y la tranquilidad de la república, su sola ideología, que hasta la
fecha no se ha manifestado en hechos externos, no constituye en estricto
derecho el delito por el cual se le formuló cargo, del que se le debe absolver,
ya que no consta en autos, que haya tenido participación en forma alguna, ni
complicidad con los demás reos de la presente causa, en los hechos que motivan
este encausamiento."[33]
Manuel Bautista Grajeda fue dejado en
libertad, pero queda claro que no pudo reanudar sus actividades sindicales.
Ubico había creado el clima que le permitió desarticular una a una las
organizaciones obreras. Además de la FROG y el CPAS, el 4 de abril del mismo
año 1932, por acuerdo gubernativo, dejó de funcionar la FOG, que hasta entonces
había gozado de la protección oficial. El dictador consideraba que no era
conveniente la existencia de organizaciones laborales con personería jurídica
reconocida por el régimen, pues les daba la oportunidad de intervenir en asuntos
que eran de exclusiva competencia estatal. El 3 de junio de 1934, el
Departamento Nacional del Trabajo fue anexionado a la Dirección General de
Policía.[34]
En tales condiciones, el líder
anarquista terminó por entrar en una semiclandestinidad, desde donde dirigió un
comité pro-presos. Finalmente, capturado por la policía ubiquista, tuvo que
cumplir ocho años de cárcel. A raíz del derrocamiento de Ubico en 1944,
Bautista Grajeda fundo un grupo de obreros de pensamiento anarquista que se
denominó "Libertarios", entre los que se encontraban Wilfredo Chávez,
Juan A. Beteta, Nicolás Mendoza y José Víctor Guzmán. Este último había sido
uno de los fundadores del CPAS y director de Orientación Obrera. Como
grupo, todos entraron a hacer labor en la Confederación de Trabajadores de
Guatemala que había sido fundada el 1 de octubre de ese año. A nivel
internacional estaban en contacto con el pequeño grupo anarquista mexicano
"Tierra y Libertad", que había logrado sobrevivir por un periodo
prolongado, pero con un impacto insignificante en la vida nacional desde la desaparición
de CGT.[35] Los anarquistas
habían esperado llegar a una sociedad igualitaria y sin clases, organizada en
asociaciones voluntarias en el campo y en la ciudad, pero se veían sobrepasados
por un movimiento antidictatorial cuyas mayores organizaciones agrarias y
obreras estuvieron controladas por el gobierno y por los comunistas. Sus luchas
anteriores habían sido relegadas a la historia una historia que aún no conocen
los guatemaltecos.
[1] Alfonso Bauer Páiz, Catalogación
de leyes y disposiciones de trabajo de Guatemala del período 1812-1910
(Guatemala: Instituto de Investigaciones Económicas de la USAC, Facultad de
Ciencias Económicas, 1969, pagina 38.
[2] Primera Conferencia
Comunista Latinoamericana, El movimiento revolucionario Centroamericano.
(Buenos Aires, Correspondencia Sudamericana, 1929), pp. 224-225.
[3] "Apuntes para
la historia del movimiento obrero de Guatemala", Alero 30 (1977): 77.
[4] Robert J. Alexander,
Communism in Latin America (New Brunswick, New Jersey: Rutgers University Press
(1957), pp. 351-352.
[5] Alfred Stirner,
"Aus Guatemala", Internationale Presse-Korrespondent 216 (1922):
1537.
[6] Arturo Taracena
Arriola. "El primer Partido Comunista de Guatemala (1922 -1932)",
Araucaria de Chile 27 (1984): 71 91.
[7] Excélsior, 2. 512
(Guatemala, 20 de diciembre de 1922).
[8] Anónimo,
"Situación económica de Guatemala", La Correspondencia Sudamericana
12-14 (1929) 59-60.
[9] "Informe
Oficial del Segundo Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores,
celebrado del 21 al 27 de marzo de 1925: Ámsterdam", De Santillan
Archief del International Instituut voor Sociale Geschiedenis, Amsterdam (de
aquí en adelante, DSA). AIT 2° Kongress, 1925.
[10] Carta de Julio Díaz
a Diego Abad de Santillán, fechada en México 12 de agosto de 1925", DSA,
Korrrspondenz, 1622-1925.
[11] "Carta de Julio
Díaz a Diego Abad de Santillán".
[12] "Carta de José
C. Valadés a Diego Abad de Santillán, fechada en México 17 de octubre de
1925" y "Nota de José C Valadés a Diego Abad de Santillán, fechada en
México 4 de octubre de 1925", DSA. Korrespondenz, 1922 1925.
[13] La Prensa, 8: 2192
(San José. 27 de marzo de 1926).
[14] “Carta de Julio Díaz
a Diego Abad Santillán” y "Carta de Antonio Méndez Paz a Fritz Kater,
fechada Guatemala 26 de febrero de 1926", OSA, Korrespondenz, 1926-1927
[15] "Carta de Diego
Abad de Santillán a Antonio Méndez Paz, fechada en Berlín 24 de marzo de
1926". OSA. Korrespondenz. 1926-1927.
[16] Véanse Manuel
Bautista Grajeda, "Desde Guatemala: el terror blanco de Guatemala",
Cultura Obrera 183 (New York, 1926). 3 3; J Korsunsky, "El movimiento
obrero en la América Central y la lucha contra el imperialismo", La Correspondencia
Sudamericana 26 (1927): 29-30; y Excelsior (Guatemala, 19 de enero de 192G).
núm. 2537
[17] Véase el artículo
que publicó el grupo Nueva Senda, "De Guatemala", Cultura Obrera 218
(1926): 4: 2
[18] Cultura Obrera 237
(1927): 4: 3.
[19] Carta de José C.
Valadés a Diego Abad de Santillán, fechada en México 9 de junio de 1929",
DSA, Catalogi Varia
[20] John M Hart, El
anarquismo y la clase obrera mexicana, 1860-1931 (México: Siglo Veintiuno
Editores. 1980), pág. 216.
[21] Arturo Tararena
Arrióla, "Les origines du mouvement ouvrier au Guatemala, 1878-1932"
(tesis de doctorado. Ecole des Hautes Etudes en Sciences Social™. Paris 1982),
pp 297-299 y 322 330
[22] Orientación Sindical
12 (Guatemala, 15 de mayo de 1928): 1:14
[23] Taracena Arriola,
"Les origines du mouviment ouvrier au Guatemala", pp. 321 329.
[24] Orientación Sindical
13 y 15 (Guatemala, 1° de junio y 15 de julio de 1928): 1: 2-7 y 1-6, respectivamente.
[25] Orientación Sindical
12 y 13 (Guatemala, 15 de mayo y 1° de junio de 1928): 1: 1 4 y 1-8,
respectivamente.
[26] Taracena Arriola.
"Les origines du mouvemont ouvrier au Guatemala, pág. 322
[27] Anónimo. "Le
mouvement ouvrier au Guatemala”, La Correspondence International 19 (París,
1929) 1216
[28] ACAT (Asociación
Continental Americana de Trabajadores), Congreso Constituyente (Buenos Aires
sin editorial. 1929), pp. 5-19.
[29] ACAT, Congreso
Constituyente. pág 29
[30] (Buenos Aires.
Ediciones Nervio, 1932, Cuadernos Ahora 3). pp. 34-30.
[31] La Gaceta: Revista
de policía y variedades 6 (Guatemala. 21 de febrero de 1932) 12: 339-349
[32] Anónimo.
"Guatemala bajo el terror". La Continental Obrera, 2da época 1
(Santiago de Chile, 15 de septiembre de 1932): 4
[33] La Gaceta: Revista
de policía y variedades 12: 6: 342
[34] Taracena Arriola,
Les origines du mouvement ouvrier au Guatemala.pp 361-363.
[35] Arcadio Ruiz Franco,
Hambre y miseria (Guatemala: Tipografía Nacional, I952), pp 148-149. y Max
Neltlau, "Die Anarchistes Propaganda seit ihren in Perú, Bolivia,
Colombia, Ecuador, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, und Blickaufdas soziale
West indien”. DSA. 1894-1914, 2.18.420