domingo, 15 de marzo de 2015

Jaime Suárez Quemain, una vida truncada

Jaime en un recital en San Salvador
Por Eduardo Salvador Cárcamo
Colaborador de Universo Cultural.

Allá por 1972, un fin de semana por la tarde, el poeta Rigoberto Góngora me invitó le acompañara para visitar a Jaime Suárez en su casa de habitación. El poeta residía en uno de los Apartamentos allí en la 5 de Noviembre. Llegamos a eso de las 2 de la tarde. Nos recibió muy amablemente su madre Doña Carlota, haciéndonos pasar a la sala. Allí se encontraba además el maestro y escritor y poeta Luis Galindo, un tipo muy humilde y sencillo además, que también era conocido de Góngora. La tarde transcurrió con charla sobre música, poesía, literatura, realidad nacional salvadoreña, educación, etc.
Jaime Américo Suárez Quemaín era su nombre completo y nació un 7 de mayo de 1949, en San Salvador. Sus Padres don Alejandro de la Cruz Suárez Díaz boxeador profesional, conocido como Alex C. Suárez y Campeón de boxeo de El Salvador y Centro América entre 1925 y 1927, su Madre doña Francisca Carlota Quemaín de Suárez, Tenedora de Libros. Procrearon 7 hijos, siendo Jaime el menor de la familia Suárez Quemaín.
Jaime estudió su primaria en la Escuela San Alfonso, y posteriormente se tituló de Contador, graduándose en 1970, en el Instituto Superior de Enseñanza Comercial.
De acuerdos a algunas notas aparecidas en Blogger, como el titulado Turno del Ofendido bajo la autoría de Mdiaz, he considerado algunas líneas, tales como:
“Jaime creció lleno de amor y cariño, protegido por su madre, y hermanos, especialmente por sus hermanas Morena y Sonia después de haber perdido a su padre a la corta edad de doce años.

Doña Carlota describía a su hijo como un niño callado y solitario, que desde muy temprana edad mostro su pasión por la lectura. A si mismo contaba a la familia que cuando Jaime era un adolescente ella solía encontrar pequeños poemas, pero nunca le dio importancia pues creía que era solo una faceta de su edad.”...

Seguramente este aspecto haya hecho de Jaime un muchacho callado, solitario, retraído, inmerso en su propio mundo, de donde iría emergiendo su gusto por la lectura y por la poesía, que su Madre describe en el párrafo citado, donde apunta que se encontraba con trozos de poemas, a los que restó importancia, por considerarlos cosas de su temprana edad. Obviamente no podía vislumbrar doña Carlota que en su hijo había un poeta nato, como veremos más adelante cuando analicemos algunos de sus poemas.
Volviendo con la charla de ese sábado en la tarde, quiero destacar un aspecto muy particular relacionado con la música. Góngora me había advertido el gusto musical de Jaime, debido a que coincidíamos con algunos de esos gustos musicales del poeta y mi persona. Jaime Suárez era un fan de primera línea del cantante y actor norteamericano Elvis Presley, del cual, también he sido y continuo siendo un fan no muy marcado como Jaime. A raíz de esta particularidad es que Jaime le sugirió a Góngora que me invitara a su casa porque quería conocerme y así fue como departimos esa tarde sabática.
Jaime había comprado un álbum de cuatro discos LP (Long Playing) Vol. 1 creo, de Elvis, con el cual le adjuntaron un Poster con la imagen del cantante de medio metro de alto, que tenía ubicado en su habitación. Desde luego que me prestó dicho album con cierto recelo, pero confió, ya que Góngora también le garantizaba que iban a buenas manos y que se los cuidaría como propios. Este detalle viene a colación por el hecho de que Jaime tenía una visión de mundo y manejaba una concepción revolucionaria dentro de su poética, y es aquí donde deslindamos nuestra visión y el ser revolucionario con el mundo de la música, la cual carece de fronteras y de líneas políticas determinadas con etiquetas trilladas de derechista o izquierdista, en fin. Esto pude corroborarlo años después en el fragor de la guerra de los 12 Años, ya histórica y famosa recorriendo el mundo, guerra que se llevó mucha gente de todo calibre, que se llevó al poeta Rigoberto Góngora, destrozado por una mina...
La tertulia fluyo de lo más normal, sencilla, y sin poses de intelectualismos, y surge una anécdota que me quedó grabada en la memoria: Se hablaba de escritores, poetas y artistas de diferente índole. Sostenía Jaime lo siguiente: “Viéndolo bien, si nos fijamos en los escritores y, poetas sobre todo, la mayoría son feos... bueno, me incluyo yo también... nombre, paja... pero es cierto. Por ejemplo, Quevedo, Lope de Vega, Allan Poe, John Keaks, Nicanor Parra, por citar algunos. Bueno, la mayoría de escritores somos feos. Si no, véanme a mi pues”... tal ocurrencia nos arrancó una carcajada contagiosa. Volvimos a la música. Jaime también tenía un gusto por el Jazz entre otros géneros musicales. Este detalle musical y poético acrecentó nuestra amistad, aunque no nos reuniésemos con la frecuencia del caso, como lo hacía Góngora y Luis.
Conocí sus poemas en ese entonces, e intuí lo grande poeta que llegaría a ser. Había fuerza, madurez, sencillez y profundidad en la temática abordada de manera llana y directa pues ya venía de ganar un Certamen Estudiantil de Cultura, 1970 en la rama de Poesía, Cuento y Ensayo, auspiciado por el Ministerio de Educación, y el segundo en su orden. En el caso de Jaime rama poesía, los lugares quedaron así: 1er. Premio para la obra titulada: Un insomnio para no morir, calzado por: Juan Pablo Martínez (del Colegio Superior de Comercio, Primer Año de Contador, San Miguel), 2o. Premio para la obra: Herida lágrima, autor: Edgardo Alfonso Montoya Ibarra (5o. Año de Bachillerato, Usulután), y el 3r. Premio para la obra: Desde la crisis donde el canto llora, autor: Jaime Suárez (Instituto Superior de Enseñanza Comercial, 3r. Año de Contador)... Los miembros del Jurado para este Certamen fueron: Claudia Lars, Ricardo Bográn y David Escobar Galindo. Llama la atención la profesión de Jaime, equidistante de su vocación poética. Desde luego que lo uno no quita lo otro. Pero generalmente no compagina el oficio de Contador en este caso, con la magia de las letras.
Cito nuevamente este material registrado en el Blogger Turno del Ofendido, lo siguiente, motivado por una Entrevista que le hiciera a Jaime, el Profesor Luis Galindo un sábad 14 de agosto de 1971 en El Diario El Mundo, donde quedó registrada la auto descripción que Jaime se hiciera de sí mismo. Veamos el fragmento de dicha auto descripción:
“crecí cada segundo guardando manojitos de tiempo en los bolsillos, construyendo poemas con la mirada y escribiendo cuentos sobre el viento. Un día recogí un grupo de poemas, le llamé al conjunto “Desde la crisis donde el canto llora” y obtuve con ellos tercer premio del Segundo Certamen Estudiantil de Cultura, luego obtuve un diploma en el que se me nombraba POETA JOVEN DEL AÑO (28 DE Mayo de 1971). Esto en base a una encuesta llevada por Radio Continental en el extinto “Pueblo Opina”. Fundé la revista literaria “La Cebolla Púrpura”. He participado en recitales en la capital y en el interior del país. He publicado cuento y poesía en algunos periódicos”./... (in situ)
Jaime ya se había labrado su bagaje como poeta. Sobre todo por su edad, y más especialmente, en el ambiente hostil que rodea al mundo de las letras salvadoreñas. Como bien lo dijo: Creció guardando manojitos de tiempo en los bolsillos, expresión más que poética, destellos de un potencial que se veía venir como lo apunto líneas arriba. Luego prosigue descifrando conceptos sobre su visión de la poesía:
“La poesía es un túnel, Dentro hay jeroglíficos, insultos, variaciones, amor... preguntas y más preguntas...
“Interrogantes que queman... El poeta la toma, las ordena, imprime su yo, clava sus colmillos. Si lo hizo bien es poesía, si no, aborto sandeces.”...
“Estoy consciente de ser poeta y mi amigo el tiempo me apadrina, ya gritaran y oirán los sordos.”
“En un tiempo hacia poesía solo para mí. Me aburrí de guardar inédita mi obra y Salí de vientre de mi madre para mostrarla al mundo. Esa fue mi dicha mayor. Malos ratos no he tenido” (in situ en el Blogger)

Jaime manejaba un concepto de hacer poesía, de crear poesía, de escribir poesía, muy poco común, muy por fuera de los heterodoxos, esto es, siempre acotando su joven edad. El juego de imágenes corroboran mi aseveración, pues el registro entre líneas que plasma Jaime la idea central de cómo manejar el verso, es su peculiaridad de ver el mundo y la realidad de su entorno.
Antes de mostrarles algunos de sus poemas, veamos un poco sobre su vida personal: Contrae nupcias en 1975 con Thelma Cañas de cuya unión nació su primer hijo: Alejandro Octavio Suárez Cañas quien nació el 6 de octubre de ese mismo año. Tres años después en 1978 se divorcia de Thelma, en septiembre para mayor precisión. Pero en 1979 se vuelve a matrimoniar, esta vez con Sandra Yanira Morales Flores, quien le dio su segundo hijo: Jaime Enrique Suárez Morales, cuyo nacimiento se dio el 11 de agosto de ese mismo año también.
Jaime como poeta, también ejerció el periodismo, y laboro para las siguientes instituciones: en el MINED, en la Agencia de Publicidad Lemus Simún como creativo, luego se enrola como Jefe de Redacción del Periódico La Crónica del Pueblo, donde tuvo su última morada como trabajador, pues fue precisamente por trabajar en este periódico calificado de Izquierdista, que le señalaron con el dedo de la muerte. De acuerdo a este artículo que he estado citando, Jaime frecuentaba la Cafetería Bella Nápoles y, el viernes 11 julio de 1980, mientras departía un café con su amigo César Najarro, quien había laborado como fotógrafo para La Crónica del Pueblo, llegaron unos personajes vestidos de civil, los rostros cubiertos (escuadroneros de la muerte, por su forma de operar), le tocaron el hombre a Jaime, lo esposaron y de una vez se llevaron a ambos. Según recuerdo, comentamos con Rigoberto Góngora que si a Jaime lo habían secuestrado, difícilmente saldría con vida de esa. Este comentario lo hicimos esa misma noche, porque según la noticia que nos había llegado, el secuestro fue realizado en horas de la tarde... y al día siguiente del secuestro, el 12 de julio, aparecieron los cadáveres de Jaime y César en las Lomas de San Francisco. Su asesinato fue bárbaro y cruel, con mucha saña, costumbre de esa época. Obviamente previo al asesinato, mucha gente del pueblo se movilizó, abogando por los dos periodistas, pero todo esfuerzo fue vano, incluida las suplicas emitidas por la radio esa noche, no dieron resultados. El cadáver de Jaime presentaba 13 lesiones en diversas partes de su cuerpo, producidas por arma cortante, de acuerdo al reconocimiento del médico forense.
Previo a su secuestro y posterior asesinato, Jaime se dedicaba a su trabajo y no estaba metido en ningún partido político opositor al gobierno de Facto de ese momento, por cuanto creyó que no se fijarían en su persona, y su inocencia en este particular no le previó que habían comenzado a perseguirlo. El periódico estaba ubicado cerca del Parque Centenario, y este parque, lamentablemente desde esa época era considerado peligroso y de alto riesgo para el transeúnte común y sencillo del terruño salvadoreño. El periódico tampoco escapó de atentados fraguados por el enemigo, en su mente seguramente albergaba que lejos del partidismo o la partidocracia, podría tener la posibilidad de expresar la verdad de manera objetiva y sin preámbulos ni cortapizas, y sin temor a posibles represalias, pero en ese tiempo, ello era una utopía.
No puedo cerrar estas líneas, sin antes mencionar, que en noviembre del 72 Góngora se va del país rumbo a Costa Rica, pero se queda en Managua unos días, siendo sorprendido por el terremoto del 22 de noviembre de ese año, y se topa con una Managua atada de manos… y al resto de Centro América… Góngora ayudó donde se lo permitieron las autoridades pertinentes, a remover escombros por ejemplo… obviamente, en el mes de julio, el recién entrado al gobierno salvadoreño como Presidente fue enganchado para que le diera un golpe bajo al “comunismo” representado, según ellos, por la Universidad Nacional (UES), y este hecho, desbarajusto a mucho estudiante, de los cuales algunos tuvieron la oportunidad y la ayuda de emigrar a Guatemala, México y al resto de Centro América, tanto obligados, como uno que otro voluntariamente… Aquello fue un desastre, como lo serían las consecuencias provocadas por el terremoto arriba mencionado. En lo personal, me vi obligado a emigrar también, y así es como fui a parar a San José, Costa Rica, donde me pase casi ocho largos años, y donde con altibajos y todo, sobreviví con ayuda familiar y de amistades que me apoyaron, como con mis propios recursos, es decir trabajando irregularmente en el negocio de unos amigos que me tendieron su mano y cuyo apoyo fue muy valioso.
A propósito de Rigoberto Góngora como de Luis Galindo, ambos fallecieron de manera distinta. Góngora fue despedazado por una mina en el fragor de la guerra y Luis falleció en Sonsonate por causas naturales algunos años después.
Muestras poéticas de Jaime Suárez
Para no extenderme más de la cuenta, considerare comentar algunos fragmentos de cada poema incluido en esta semblanza sobre el poeta Suárez e igual citare un par de opiniones que vertieron en su momento dos poetas reconocidos como José Roberto Cea y David Escobar Galindo, quien además fue jurado del II Certamen Estudiantil MINED, donde Suárez ganara el 3r. Lugar con la obra antes mencionada y de la cual he incluido solamente el poema titulado Prefacio.
Comencemos con este poema titulado Los Tiranos: Jaime sostiene que los dictadores son personajes o “señores que deambulan entre sombras/y en horas nocturnas ingresan como acólicos en/ceremonias donde oficiantes de negro celebran horrendos/ritos en contra del hombre/usted sabe, señor/que ellos podrían cambiar la religión”/... Esta manera peculiar en que Jaime le apunta a los tiranos, obedece al momento histórico salvadoreño, porque era una época de un El Salvador prácticamente militarizado y con el agregado de los escuadroneros y los grupos paramilitares, quienes no escatimaban atentar contra cualquier ciudadano que no comulgara con el oficialismo de siempre, por cuanto el poeta los considera que son una mezcla de militarismo y religión, es decir se disfrazaban de corderos pero vestidos de negro, como de luto anticipado, en fin. La noche siempre fue la mejor cómplice para desaparecer, asesinar y realizar los actos y actividades que sus mentes torcidas les dictasen a los subalternos ejecutores de los deseos mal sanos de aquellos. Porque si eran capaces hasta de cambiar la religión (la de ellos, al menos), entonces qué no podría esperarse el pueblo salvadoreño... Creo que Jaime es muy directo en estos versos al desnudar esa realidad con versos contundentes y prácticos, porque atreverse en ese tiempo a plasmar y publicar este tipo de poemas en el fragor de una Guerra Popular Prolongada, era casi como un suicidio anunciado. Este poema descarnado recoge no solo el sentir del poeta que sin considerarse político ni pregonar ser izquierdista, era más comunista que muchos comunistas de cepa... Hace pues un retrato muy bien logrado de los dictadores de esa época y no sólo de origen salvadoreño si no del resto de América Latina.
Los dictadores
...los dictadores, señor, deambulan entre sombras
y en horas nocturnas ingresan como acólitos en
ceremonias donde oficiantes de negro celebran horrendos
ritos en contra del hombre
usted sabe, señor
que ellos podrían
cambiar la religión,
De indumentaria.
Opero usted los convierte
en guardianes de su estómago,
les compra rifles
y juegan a la guerra
y luego usted, señor,
usted los condecora
y orgullosos caminan sacando
el pecho que está lleno
por dentro de alacranes
y usted los aplaude
y usted los elogia
y goza con el clima de tranquilidad,
de muertos en los ríos,
de secuestros, de torturas,
de bombas y de sangre.
y usted los premia
permitiéndoles sentarse a su mesa
y que entren a sus clubes
y se casen con su prima lejana
educada en europa
y les pasa sus vicios
y ahora juegan bridge
y beben whisky
y manejan un mercedes.
los dictadores, señor,
olvidan que nacieron
en medio de un arroyo
y disparan en contra del arroyo
y pretenden sacar aquel arroyo,
hasta que un día
el arroyo es un mar
en el que mueren podridos:
Usted y los tiranos.
En este otro poema Jaime sostiene prácticamente un soliloquio consigo mismo y con todos, piensa en voz alta y en silencio, a fin de que su disparo, realmente resulte siempre colectivo y “Porque me quema a veces la nostalgia,/el asombro en la voz, el pase en corto,/las perras ganas de aguantar a los fantasmas/que me comen el alma a dentelladas,/mientras se escucha en el café/una melodía tristona –siempre son tristes/si es en el café donde se escuchan--/y yo me desangro inúltimente,/a borbotones pero inútilmente”/... Podemos notar que al poeta lo invade la nostalgia, al punto de quemarle, mientras su voz asombrada cabalga en el pase corto de futbolista diestro para perderse en sus perras ganas de aguantarse a todos los fantasmas que lo asalten en un loco afán de comérselo con todo y alma, y aunque se sienta acompañado por una triste melodía, ello no evita que se desangre a borbotones de manera inútil, no se siente vencido, porque detrás de todo ello el se escapa por esas calles de dios, totalmente repleto de amor, que antepone a cualquier obstáculo que se le ponga enfrente tales como diques, compuertas, muros invisibles plegados de avalanchas, cuyo contraste se estrella con la vida. Por eso el poeta se siente como ese disparo colectivo, que le permite luchar a campo traviesa para no caer vencido por la soledad y la vendimia del desconcierto que la vida misma le traza en su propio destino... sosteniendo que no podrá ser esclavo de los gritos de las modas, que su anarquismo le permite contrarrestar, porque aunque lo maldigan el nació para soñar, sin importarle que hayan prohibido soñar, porque ello es sinónimo de libertad.
Un disparo colectivo
Porque me quema a veces la nostalgia,
el asombro en la voz, el pase en corto,
las perras ganas de aguantar a los fantasmas
que me comen el alma a dentelladas,
mientras se escucha en el café
una melodía tristona —siempre son tristes
si es en el café donde se escuchan—
y yo me desangro inútilmente,
a borbotones pero inútilmente,
cuando de amor repleto
me voy por esas calles de dios
con papel tumbado por el viento
y se oye el crujir, el alboroto
de ese tiempo que se cae pese a todo
y ya no bastan diques ni compuertas,
ni muros que detengan la avalancha,
porque los duendes ya no asustan a los niños
y soy —aunque no quieran— un disparo colectivo,
una pringa de luz en las tinieblas
y porque —por más que me maldigan—
nací para soñar
aunque el sueño de plano esté prohibido
y se acerquen los dichosos normales
y me quieran cambiar mi canción,
Cargarme con sus baterías y volverme imbécil
que esté al tanto del último grito de la moda,
y del actual amante de doña fulanita
o del mustang azul de don idiota,
y porque les molesta
mi profunda vocación anarquista,
mi sacrosanto amor por la desobediencia,
y quieren caerme con sus palos,
ponerme su disfraz
Y que baile la samba que ellos bailan,
y porque digo no,
y me vale un pito,
y prefiero mis fantasmas
o jugar con mi sombra.
y mando al carajo a “los inspectores de herejías”
que quieren registrarme, anularme el carnet,
voltear mi cerebro
y averiguar qué es lo que guardo,
y convertirme en ciudadano robot,
clásico ejemplo de las buenas conciencias.
Este poema es bastante personal y de recuerdos y nostalgias para la vida del poeta. Un round a tu recuerdo, lleva al poeta a un abierto conversatorio con su querido padre quien falleciera cuando el poeta apenas tenía 12 años de edad. En este conversatorio poético, Jaime le dice a su padre, quien se ganó la vida practicando el pugilismo, siendo pues campeón nacional de boxeo, tal como se registra líneas arriba, que nunca quiso caminar con su estatura, porque lo consideró cuestión de orgullo, de allí el hecho que se haya tardado en escribir y entregarle este poema, considerándolo como un telegrama rezagado, porque: “Se me vino a los ojos tu palabra,/llena de la humildad/que cubría el eco de tu nombre./Vino así,/No sé como,/sin llamar a la puerta,/Simplemente/Tomó mi dolor entre sus brazos/y me llevó hasta la vieja casa,/al canapé donde solías hacer la siesta/y fumabas tu tristeza.”/... Sin duda el poeta se sintió invadido por los recuerdos de su padre, de la nostalgia que le dejó su partida, pero en su mente continuaba vivo, de allí que el mismo título sea la clave para descifrar el concepto poético de que no siempre veremos con eufemismo el sentimiento revolucionario del intimismo lírico del poeta. Si no veamos los siguientes versos de este poema: “Las cosas han cambiado,/Ya quedó atrás el muchachito/Que contempló tu muerte,/La vida me hace madurar a bofetadas.”/... Como que le surge un hato de rebeldía, de esa que a todo hijo le contagia para considerarse dueños del mundo: Le argumenta a su padre: Hoy las cosas han cambiado, y en efecto, media una gran distancia entre la partida de su padre y su actualidad. Posiblemente en el poeta aflora todo aquello que no pudo ser posible: compartir con su padre, como jugar pelota, recibir o pedirle un consejo, salir de paseo, en fin, y ello marcaría a Jaime hasta su propia muerte, que no fue su muerte... y cierra el poeta con este lapidario grito: “Cuando estoy tan solteramente solo/ Y me urge hablar con alguien/ Se me viene a los ojos tu palabra”... Como que los vasos comunicantes son como un lazo, más fuerte que el propio sentimiento que une a padre e hijo, o a madre e hijo...
Un round a tu recuerdo
Siempre me opuse a caminar
Con tu estatura
En el ojal de la camisa
— Siempre cuestión de orgullo—
De allí proviene el hecho
De entregarte tan tarde este poema,
Por lo que pasa a ser
Algo así como un telegrama rezagado.
La verdad
Es que de momento
Se me vino a los ojos tu palabra,
Llena de la humildad
Que cubría el eco de tu nombre.
Vino así,
No sé cómo,
Sin llamar a la puerta,
Simplemente
Tomó mi dolor entre sus brazos
Y me llevó hasta la vieja casa,
Al canapé donde solías hacer la siesta
Y fumabas tu tristeza.
Eran los días.
En que clinchabas tu presencia
Con el rostro de un niño que tenía
Doce años jugando entre tus manos,
Y contabas tus hazañas en el ring del mundial
Cuando el boxeo era boxeo
Y no una exhibición amanerada.
Ahora, viejo,
Las cosas han cambiado,
Ya quedó atrás el muchachito
Que contempló tu muerte,
La vida me hace madurar a bofetadas.
Pero no creas
Que doy con los dientes en el polvo,
Como tú
Pienso que es permitido doblarse
Pero no partirse.
Y ahí voy, caminando,
Finteándole a la vida su amargura,
Cuidándome de los golpes a los bajos,
Tratando
De terminar en pie este largo round.
Aunque a veces te confieso,
He llegado a flaquear, a quedar groggy
Y querer tramitar un suicidio voluntario.
Pero basta un vistazo a tu retrato
Y ya no hay vuelta de hoja,
Sé que dejaste tu punch sobre mi verso,
Y jab a jab
Iré elevando mi nombre hasta tu nombre.
Viejo,
Tengo una deuda contigo,
Me querías ingeniero,
Y te salí poeta,
Pero no es cosa de ir por ahí
Soportando un disfraz que desentona.
Contigo pasó lo mismo,
Te querían curita
Y saliste campeón de box ¡ Y qué campeón, carajo!
“Perdona que te quite tu tiempo”
Pero a veces
Cuando estoy tan solteramente solo
Y me urge hablar con alguien
Se me viene a los ojos tu palabra...
Este poema breve de descripción intima, me recuerda el poema de José María Cuéllar (Chema Cuéllar quien también no tuvo la muerte que pudo haber tenido, como la tuvo Galindo): Acabo de partir de mí mismo, con una descripción personal íntima diferente en su contenido, pero parecidos en su esencia. Dice Jaime: “Un día moriré, no cabe duda./Marcharé con mis trapos a otra parte.”/... Versos premonitorios de todo buen poeta, que de alguna manera anuncian su muerte no declarada como lo hizo en su momento el poeta uruguayo Javier Heraud y Leonel Rugamas en Nicaragua, poetas que murieron jóvenes que no alcanzaron ni los 21 años siquiera. Jaime se empeña en mostrarnos ese camino espinozo que es una realidad irreversible: Mirarle a la muerte cara a cara, muy de frente... y prosigue el poeta: “Un soneto tal vez fechado en Marte,/Dirá que estuve: fui poesía cruda./Por mis huellas sabrán que sin ayuda,/Sin un mínimo gesto/y sin alarde,/De un sorbo me bebí toda la tarde/Y mi lengua jamás se quedó muda.”/... El poeta está consciente de su poesía, la cual es descarnada y cruda, según su propia visión, aunque Escobar Galindo diga que: “Su poesía es directa, punzante, sin mucha elaboración, ni interior ni formal. Se salva por la fuerza y la sinceridad. Temperamento de signo anarquista, según lo dejó traslucir en muchos poemas.”/... Con relación a: “sin mucha elaboración”, debo de entender no acabada, no pulida, no peinada y con baño de aderezos, pues ese detalle precisamente, es lo que hace a la poesía de Jaime un eslabón directo tal como su Disparo Colectivo, porque va limpio y desnudo, justo al blanco, es decir, a la conciencia de los que aún se encontraban en dulce letargo frente a su propia realidad. Veamos ahora lo que dice el Pichón Cea: “Jaime era poeta antes de ser periodista, pero antes de ser poeta era un hombre preocupado por el destino de su pueblo(...) En cuanto a su labor poética, decimos que estaba en ese período de afirmación, en ese período de aprendizaje(…) de ahí que muchos de sus textos nos dejen un sabor de no concluidos(…) pero sí tienen la combustión del hombre que es poeta y sabe que tiene que decir su mensaje, lanzar su voz, dejar su testimonio de un tiempo duro y amargo…”/... Son dos posiciones que se acercan y se distancian, esto es que uno sostiene que los poemas de Jaime no eran muy elaborados, y el otro dice que dejan un sabor de no concluidos, por cuanto propongo que usted amable y estimado lector juzgue estas opiniones incluida la mía, que va de esta manera: La poesía de Jaime era espontánea, directa, desnuda y 'descarnada', sin adornos ni aderezos, lo cual se debía al potencial poético nato en él, y por ello titulé este trabajo: Jaime Suárez Quemain: Una Vida Truncada, esto es, que truncaron al poeta, al creador, al poeta visionario, que sin saberlo, supo que su vida no llegaría muy lejos, pues apenas llegó a los 31 años de edad cuando los sicarios se encargaron de sesgarle la vida, porque un potencial enemigo del sistema y su poesía podía tomar mayor fuerza de la que ya tenía y no fuera a ser el tuerce, que hubiese provocado más de un Golpe de Estado, o alguna Huelga de Brazos Caídos, sutil manera de derrocar una dictadura. Hizo honor a su propio canto y para que ustedes también estimen externar nuevas opiniones les dejo con este poema, para que también eleven su propio canto...
Canto a mí mismo
Un día moriré, no cabe duda.
Marcharé con mis trapos a otra parte.
Un soneto tal vez fechado en Marte,
Dirá que estuve: fui poesía cruda.
Por mis huellas sabrán que sin ayuda,
Sin un mínimo gesto y sin alarde,
De un sorbo me bebí toda la tarde
Y mi lengua jamás se quedó muda.
Solitario quizá, no pesimista,
Un poco soñador, serio, cansado,
Con una buena dosis de anarquista:
Dirán mis biógrafos austeramente.
Amó con furia, no lloro el pasado
Y se fue de este mundo simplemente.
Finalmente cierro estas líneas retomando un poco del poema Prefacio, con el cual abre el poemario con el que ganara el tercer lugar en el Certamen Estudiantil de Cultura, ya mencionado. Siempre sutil y potente voz, cantando desde su propio yo colectivo. Inicia Jaime con desgarrador recuerdo: “Desde la inocencia/en que pecó mi vida/hasta el sacramental dolor de mi palabra;/agólpanse los meses y los días,/que enjugan el anillo,/de la fuerza corrosiva que me impele.”/... Aquí el tiempo es el tema dilema, porque el poeta como que siente que el tiempo va amarrado a la vida y todavía hay mucho por hacer y quién sabe que la vida alcance, porque el tiempo sigue allí, incólume e indeleble como la tinta electorera que se mira y no se mira, en fin... y continua: “Es mi forma de morir/metido en una letra,/entre raptos donde el germen se fermenta/o la duda/encadena hasta las equis”/... el tema de la muerte en cierto modo, es recurrente en el poeta, que a su vez destella que el conocimiento y la cultura siempre irá reñida a nuestras vidas, porque sentirse metido en una letra y terminar compungido y hasta encadenado como las equis, es bien jodido... y quiero terminar citando un par de fragmentos más de este poema, pero saltándome alguno de ellos en su conjunto:   “Es mi ideal/El que les ofrezco a gritos./Ese furioso impulso/De no ver la íntegra/Servidumbre de las leyes;/El ungüento de las horas/Que me exige un milagro;”/... aquí el poeta se vuelve un tanto intimista pero con fuerte voz para impulsar el grito que sacuda a esa servidumbre disfrazada de leyes que por antonomasia duermen el sueño de los justos... y cierro con lo siguiente: “Este es mi testimonio./Lo escribí desde la crisis/ Donde el canto llora”/... Con este final, el poeta como que estaba heredando muy anticipadamente su poesía, cuando afirma: Este es mi testimonio surgido de la crisis donde el canto llora, como quien dice: les dejo mi palabra, les dejo mi recuerdo, les dejo mi trabajo poético y su mensaje. Serán ustedes quienes consideren si continúan vivos después de mi muerte, o si mueren sin mi, aún no habiendo muerto...
Prefacio
Desde la inocencia
En que pecó mi vida
Hasta el sacramental dolor de mi palabra;
Agólpanse los meses y los días,
Que enjugan el anillo,
De la fuerza corrosiva que me impele.
Es mi forma de morir
Metido en una letra.
Entre raptos donde el germen se fermenta
O la duda
Encadena hasta las equis.
Es mi ideal
El que les ofrezco a gritos.
Ese furioso impulso
De no ver la íntegra
Servidumbre de las leyes;
El ungüento de las horas
Que me exige un milagro;
Este ver y no oír
Conque me leen;
Este llorar con inventado llanto
Porque hasta eso se acaba de repente
Es esto lo que veo;
Un museo de estatuas
Que ambicionan
Ser protagonistas,
Meterse en un libro,
Encontrar una moneda de oro
En el sin-prestigio de su misma hambre
Y marchar alegres
Con una sonrisa memorable entre las cejas
Este es mi testimonio.
Lo escribí desde la crisis
Donde el canto llora (pps73-75)
Prefacio Tomado de: Desde La Crisis Donde El Canto Llora (Tercer Lugar en el Segundo Certamen Estudiantil de Cultura, 1970 Ministerio de Educación)
Corolario
El poema de Chema Cuéllar, es diferente cuanto a que no es en si un canto así mismo, si no más bien, una manera de desmarcarse del mundo y su realidad, es el sentirse sólo y absoluto, sin necesidades, pues soy “auto suficiente” les guste o no, porque me basto a mi mismo para salir adelante, obviamente, esto es una alegoría de Chema con sabor a negación velada y una confesión de que recién acaba de dejar este mundo, es su manera intencional, dentro del contexto poético, dentro de un juego de palabras para despertar la conciencia del Yo interno que llevamos cargando desde el mismo segundo en que nacemos... pero les dejo también con este poema de Chema Cuéllar: Acabo de partir de mi mismo, para que descifren por si mismo, los elementos que discurren entre el poema Canto a mi Mismo de Jaime, con el que a continuación será su rubrica para un pensamiento reflexivo.

Acabo de partir de mí mismo
no soi chema cuellar
ny soi amigo de nadie
ny tuve una abuela paralítica
ny soi poeta
ny ciudadano
ny nada
me vale un pyto que nadie se acuerde de my
me llevo a san salvador en el volsillo
i hablo con gentes
que no se conocen
ni me conocen
no importa si una puerta se cierra en nicaragua
si una muchacha se declara en santiago
sy una paloma vuela por el yan-se
si el mejor libro se está escribiendo en lima
no me importa
estoi vacío
solitario como un abrigo de invierno.
José María Cuéllar
Ciudad de Santa Tecla
30/01/2014

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